ERA EL PRÍNCIPE MÁS BUENO DEL MUNDO Y LO QUERÍAN DESDE LAS HORMIGAS HASTA LOS OSOS, Y DESDE LOS BEBÉS HASTA LOS MÁS VIEJITOS.
PERO, UN DÍA, EL PRÍNCIPE ARCHIMBOLDO SE ENFERMÓ DE UNA ENFERMEDAD RARÍSIMA, QUE LE TRANSFORMÓ LA CARA. SUS CEJAS SE CONVIRTIERON EN DOS BANANAS. LOS OJOS, EN DOS CIRUELAS. LA BOCA, EN UNA FRUTILLA. LAS MEJILLAS, EN DOS MANZANAS. LOS RULOS NEGROS, EN UN RACIMO DE UVAS. LAS OREJAS, EN DOS RODAJAS DE LIMÓN. LA PERA, EN UNA PERA CON CABITO.
EN ESE TIEMPO NO EXISTÍAN LOS DOCTORES NI LOS REMEDIOS, Y LOS PADRES DE ARCHIMBOLDO CONSULTARON A HECHICEROS, MAGOS Y CURANDERAS. PERO NINGUNO SUPO DECIR QUÉ LE PASABA AL PRÍNCIPE NI CÓMO CURARLO.
HASTA QUE UNA COCINERA DEL PALACIO, QUE ERA MUY VIEJITA Y MUY SABIA, DIJO:
—YO CREO QUE ARCHIMBOLDO QUIERE COMER FRUTA. CUANDO UNA MUJER DE BUEN CORAZÓN LE TRAIGA UNA, ¡EL PRÍNCIPE SE CURARÁ!
EL PROBLEMA ERA QUE ESE AÑO NO HABÍA CAÍDO NI UNA GOTA DE LLUVIA, Y EN EL REINO NO HABÍA NI UN LIMÓN CHIQUITO. PARA ENCONTRAR FRUTAS HABÍA QUE IR MUY LEJOS… Y TRES HERMANAS MUY VALIENTES, LLAMADAS PROA, POPA Y SOL, SE OFRECIERON A HACER EL VIAJE. LAS TRES MONTARON A SUS CABALLOS Y CADA UNA TOMÓ UN CAMINO DISTINTO.
PROA SUBIÓ Y BAJÓ MONTAÑAS ALTÍSIMAS, HASTA QUE ENCONTRÓ UN ÁRBOL LLENO DE NARANJAS Y GUARDÓ MUCHAS EN UNA CANASTA. PERO EN EL CAMINO DE VUELTA TUVO SED Y FUE HACIENDO AGUJERITOS EN CADA NARANJA. CUANDO LLEGÓ AL CASTILLO DE ARCHIMBOLDO, DEL JUGO DE LAS NARANJAS YA NO QUEDABA NI UNA GOTA.
POPA SUBIÓ CON SU CABALLO A UN ENORME BARCO Y NAVEGÓ POR MARES BRAVÍSIMOS. POR FIN, EN UNA ISLA LEJANA, ENCONTRÓ UN ANANÁ, UN MELÓN Y UNA SANDÍA, QUE PUSO EN UNA CANASTA. PERO EN EL CAMINO DE VUELTA TUVO HAMBRE, Y CON UN CUCHILLO Y UN TENEDOR DE MADERA FUE COMIÉNDOSE PEDACITOS DE ANANÁ, DE MELÓN Y DE SANDÍA. Y CUANDO LLEGÓ AL CASTILLO DE ARCHIMBOLDO, DE ESTAS FRUTAS SOLO QUEDABAN LAS CÁSCARAS.
SOL GALOPÓ HASTA LLEGAR A UN BOSQUE PELIGROSÍSIMO DONDE ENCONTRÓ UNA PLANTA CON UN SOLO DURAZNO. PERO EN EL CAMINO DE VUELTA SE LE ACERCÓ UN ENORME CIERVO Y LE DIJO:
—TENGO HAMBRE.
Y LA PRINCESA SOL LE DIO UNA PARTE DEL DURAZNO QUE HABÍA ENCONTRADO.
SOL SIGUIÓ SU CAMINO POR EL BOSQUE. UN PÁJARO VOLÓ HASTA ELLA Y LE DIJO:
—TENGO SED.
Y SOL LE DIO OTRA PARTE DEL DURAZNO.
AHORA SOLO LE QUEDABA UN PEDACITO; PERO SOL, POR MÁS QUE TENÍA HAMBRE Y SED, NI SIQUIERA PENSÓ EN PROBAR UN MORDISCO. FALTABA POCO PARA LLEGAR, CUANDO SINTIÓ QUE SUS PIES YA NO TENÍAN FUERZA.
ENTONCES, APARECIÓ NUEVAMENTE EL CIERVO Y LA LLEVÓ SOBRE EL LOMO. TAMBIÉN VOLVIÓ EL PÁJARO, Y CON EL PICO LE FUE DANDO GOTITAS DE ROCÍO DE LAS FLORES.
ASÍ FUE COMO SOL LLEGÓ AL CASTILLO Y PUDO ENTREGAR A ARCHIMBOLDO LO QUE QUEDABA DEL DURAZNO.
EL PRÍNCIPE, ANTES DE COMERLO, ENAMORADO Y AGRADECIDO, LE PIDIÓ QUE ACEPTARA CASARSE CON ÉL. ARCHIMBOLDO SE CURÓ Y, AL POCO TIEMPO, SE CELEBRÓ LA BODA.
EN LA FIESTA, HUBO DE POSTRE ENSALADA DE FRUTAS, QUE TRAJERON TODOS LOS CIERVOS Y LOS PÁJAROS DEL BOSQUE. Y DESDE ESE DÍA, EN EL REINO, JAMÁS FALTARON EL AMOR, LA LLUVIA, EL SOL Y LAS FRUTAS DE TODAS CLASES.
FIN
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