Todo empezó en diciembre, cuando al abuelo José de Buenos Aires, se le ocurrió invitar a familiares que hacía mucho que no veía. Para eso puso un aviso en el diario con su dirección y este anuncio:
¡REENCUENTRO! JOSÉ PÉREZ DESEA PASAR LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO JUNTO A TODOS SUS PARIENTES.
El 31 de diciembre a la mañana el abuelo se sentó en la vereda a esperar la llegada de los invitados.
Al mediodía llegó el primer grupo de Pérez en un camión, que venían de Misiones. Enseguida aterrizó una avioneta con 5 Pérez de Jujuy.
Después alguien avisó que a la estación acababa de llegar un tren alquilado por los Pérez de Córdoba. Más tarde llegaron 3 Pérez en helicóptero de Entre Ríos, 14 en bicicleta, 166 en ómnibus de Santa Cruz, 1 Pérez ladrón en moto perseguido por 2 Pérez en un patrullero y 1 Pérez sacerdote a caballo que bautizó a un Perecito recién nacido.
Al atardecer se armó una discusión entre los Pérez con “z” y los Peres con “s”. Hubo empujones y corridas, y en medio del lío se trenzaron a pelear los Pérez con acento contra los Perez sin acento. Pero todo se olvidó cuando 10 Pérez cocineros sirvieron el gran asado.
Fue una noche maravillosa. Había Pérez cantantes, Pérez equilibristas, niños prodigio Pérez, Pérez magos y muchas atracciones Pérez.
El abuelo se divirtió mucho, aunque no tuvo tiempo para averiguar si todos eran parientes. La abuela, que primero protestó al ver tanta gente, al final se puso contenta.
—El año que viene tenemos que volver a invitar a todos los Pérez —le dijo al abuelo—. Pero también tenemos que invitar a mis parientes: los Rodríguez.
FIN
Del libro Perdido en la selva (Alfaguara)
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