In Memoriam
La escritora Graciela Cabal falleció el 23 de febrero de 2004. Como
decía el comunicado de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de
la Argentina (ALIJA) que anunciaba la triste noticia, "sabemos que los
escritores no nos dejan nunca, que perduran en sus textos, nos acompañan
más allá del tiempo, permanecen en la memoria y en el corazón".
Graciela Cabal, una mujer de pelea.
Por Gustavo Roldán
Yo creo que se cansó. O tal vez no, tal vez la vida, que da tantos
empujones a los que quieren cambiar y mejorar el mundo, la agarró mal
parada. Y cuando la vida te agarra mal parado, ahí te quiero ver.
Conocía demasiado sus debilidades, lo que también es una forma de
conocer sus propias fuerzas, y sacaba fuerzas de sus debilidades para
seguir escribiendo historias donde ella misma aparecía con todo lo bueno
y lo malo que estaba a su alrededor. Mujer luchadora, quizás confiaba
más de lo debido en su fortaleza. Era una fortaleza puesta en un cuerpo
frágil.
Graciela Cabal era una mujer frágil que a veces peleaba contra molinos
de viento que eran gigantes y otras veces contra gigantes que eran
molinos de viento. A veces ganaba, a veces perdía, a veces estaba muy
enferma sin saber de qué. Siempre lograba salir adelante, pero esta vez
no. Tal vez simplemente porque estaba mal parada.
No sabemos- y ahora nunca sabremos- de qué murió. Se sentía mal. Viajó
al mar a descansar, a caminar por las playas, a tratar de recuperar
energías, a descansar de los problemas cotidianos, propios y ajenos, a
mirar gaviotas al atardecer. Tal vez no se pueda descansar de los
problemas, ni de los propios ni de los ajenos. Tal vez uno pida
imposibles. Tal vez no alcancen las gaviotas del atardecer.
Desde ese lugar donde debía olvidarse de los conflictos de cualquier
clase, dejó dos mensajes en un teléfono de amigos; había leído una
solicitada en los diarios en defensa de Cuba. Les pedía que hiciesen lo
posible para que su nombre también estuviese ahí. Todas las marchas en
defensa de la libertad y de los derechos humanos tendrán ahora una
marcada ausencia.
Trabajó, creativamente, como a ella le gustaba, hasta último momento. Y
nos dejó libros nuevos, a punto de salir, como una manera de quedarse.
Yo creo que se cansó. O tal vez, simplemente, la vida la agarró mal parada.
Graciela Cabal ya es un ángel.
Por Graciela Bialet
Hoy finalmente se convirtió en ángel. Graciela Cabal ya era un ángel,
pero de carne y hueso. Hoy finalmente lo logró; se fue al cielo de la
gente muy buena. Alguna vez me dijo que había un cielo para la gente
buena y otro menos lujoso para la gente más buena…ella está en ése.
Es que decía cada cosa la Cabalita… pura sabiduría angeluna… porque a
ella le daba igual ser ángel o gata, aunque sus amigos sabíamos, cuando
empezó a adelgazar sin mesura, que lo de ella se daría más por las alas
que por los pelos.
Ahora que estoy recordándola, para no olvidar lo mucho que me hacía
reír, me acuerdo de sus célebres afirmaciones: que los nietos eran un
premio de Dios a aquellas madres que no asesinaban a sus hijos
adolescentes por más merecido que lo tuvieran ("si sobrevivís, te
merecés un nieto", me juró un día); que un buen hijo siempre preferiría
casarse con la madre pues ninguna mujer los querría mejor ("Freud… ése
sí que sabía").
A Córdoba vino varias veces invitada a participar de la Feria del Libro.
La última vez fue en noviembre del 2003, que se llegó por Córdoba de
paso para visitar una escuela en Las Varillas. Bajó y participó de los
festejos del CEDILIJ leyendo cuentos de su Secretos de familia y otro
sobre los tatuajes impúdicos que era capaz de hacerse un hijo nada más
que para amargarle la vida a una madre.
Su literatura fue una sola carcajada, puro ingenio y risa contando las
verdades esenciales de la infancia. Con humor inquebrantable,
desproporcionado, irreverente fue capaz de parodiar casi todos los
tabúes que la literatura para niños levanta.
Luchadora de barricada por las causas gremiales de los escritores,
militante de derechos humanos, protectora de bibliotecas escolares,
promotora de cuanta ocurrencia sirviese para hacer que los chicos y los
docentes lean más, cualquier manifestación por la justicia la llevaba a
la concentración.
Un par de cosas la marcaron a fuego: ser alumna de Borges. Alumna
chupamedias —como decía ella—, de esas que se quedaba embobada fuera de
las horas de clases, en la mesa del bar de la facultad escuchándolo
recorrer los laberintos de la literatura. También ser editora del Centro
Editor de América Latina donde le sacó comas y puntas a las obras de
los más grandes escritores de estas latitudes ("porque no te la vayas a
creer… que hasta a Gardel se le pianta un lagrimón"). Y en los últimos
años, ser la reina del Foro de Fomento del Libro y la lectura, cada
agosto en Resistencia, Chaco, el único lugar del planeta donde todos se
daban cuenta de lo que ella era realmente y la trataban con los honores
correspondientes al ceremonial.
Toda su literatura, de punta a rabo, es imperdible: Toby, los Tomasitos,
Las Rositas,La señora Planchita, La pandilla del ángel, Las hadas
brillan en la oscuridad, por nombrar algunos; y sus ensayos: Mujercitas
eran las antes, La emoción más antigua… Pronto, muy pronto, saldrá, con
suerte y viento a favor, una colección en la que trabajábamos juntas
hasta hace unos días.
Menos mal que nos dejó sus libros… menos mal que tenemos el consuelo de la literatura, de su literatura.
Chau Cabalita, ahora que sos un ángel, rogá por nosotros tu padrenuestro
de ternuras y que tu guarda siga siendo un chisporroteo de cuentos y
disparates.
Fuente: IMAGINARIA N° 123 | AUTORES | 3 de marzo de 2004