miércoles, 15 de julio de 2020


Yo estaba sentada tomando un café y leyendo unos poemas que cada tanto releo. A mi alrededor, la mayoría de las mesas estaban ocupadas y bullían las conversaciones. Se hablaba de todo: deportes, economía, política, moda, espectáculos. Parecían las secciones de un diario.

De pronto unas frases y ciertos tonos de voz me llamaron especialmente la atención. Pronunciaban las palabras con seguridad férrea, con autoridad innegable, como la que brota de la experiencia y el conocimiento.

Mientras tanto, la ciudad, el país, el continente, el planeta todo, se desplazaban en el universo infinito, como bailarines protagonistas de una coreografía estelar e imprevisible.

Tuve que interrumpir la lectura. No pude evitar seguir las alternativas de la conversación. Las voces navegaban por el aire, portadoras de palabras que, como saetas, hacía blanco en los oídos de todos.

—¡Es increíble!

—¡Es inaudito!

—Hoy en día la gente ya no tiene convicciones.

—Uno escucha a una persona decir una cosa y a los dos minutos ya dice otra completamente distinta.

—Hay una total falta de coherencia.

—Se cambia de opinión como de camiseta.

—¿Cómo puede ser que la misma persona responda a la misma pregunta de maneras tan distintas?

—¡Es que la mayoría de la gente vive como una hoja movida por los vientos, sin principios firmes, sin arraigo en una verdad última, sin fundamentos!

—¡O sumergida en un mar de inconsciencia!

—Si seguimos así, este mundo va derecho al caos.

Mientras pronunciaban las últimas frases, se incorporó al grupo un recién llegado y quiso saber qué había ocasionado tanta desazón entre sus amigos. Enseguida le explicaron.

—Mira con disimulo… ¿Ves esa mujer que está ahí, esa con blusa a lunares?

El recién llegado asintió con la cabeza.

—En distintos momentos, cada uno de nosotros se le ha acercado y le ha hecho la misma pregunta. Una pregunta fundamental para conocer la realidad en la que se vive. Y a cada uno le dio una respuesta distinta. ¡Es cosa de locos! ¡A cada uno, una respuesta distinta!

—¿Qué fue lo que le preguntaron?

—Algo simple, básico, elemental: “Por favor ¿me podría decir qué hora es?”



FIN

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