martes, 9 de marzo de 2021

CUENTO: "HOJAS RAYADAS, de ADELA BASCH"

Para preguntas curiosas, ¡respuestas desopilantes!

Hay preguntas que tienen respuestas claras. Si alguien nos dice cómo nos llamamos o dónde vivimos, todos sabemos qué responder. Sin embargo, los protagonistas de estos cuentos no tienen preguntas tan sencillas: ¿por qué se llama “plato del día” a algo que comemos de noche? ¿A alguien que “no tiene palabras” hay que regalarle un diccionario?

Este libro tiene algunas respuestas desopilantes para esas preguntas que vienen todas juntas.


CUENTO: "HOJAS RAYADAS, de ADELA BASCH"


La mamá de Federico entró a la cocina y se quedó mirándolo sin saber qué decir. Cuando se repuso de la sorpresa pronunció una pregunta con dificultad.

—Fede, ¿se puede saber qué hacés?

—Estoy rallando papel, mami. La maestra nos pidió que mañana lleváramos hojas ralladas.

—No puede ser.

—Sí, mami, nos pidió.

—Fede, no les puede haber pedido que llevaran hojas ralladas con el rallador de rallar zanahoria. Les tiene que haber pedido hojas rayadas…

—Sí, eso. Hojas ralladas.

—No, Fede, no les pidió hojas ralladas con "ll", seguro que…

—No nos dijo con qué las teníamos que rallar, solamente dijo que lleváramos hojas ralladas.

—Rayadas.

—Sí, eso.

—Sí, Fede, pero se escribe distinto.

—Claro, la maestra nos dijo que en las hojas rayadas se escribe distinto que en las hojas lisas.

—Pero ¿quién está hablando de eso?

—La maestra habló de eso, mami. Te lo acabo de decir. Dijo que si escribimos en hojas rayadas, queda más prolijo.

—Sí, pero la que no queda nada prolija es la cocina. Fede, la maestra les pidió hojas rayadas, de raya, con “y”, no ralladas de rallar, con “ll”.

—No sé, mami. Cuando la maestra habla no se le ven las letras.

—Ya sé que no se le ven las letras. Pero estás poniendo las hojas en el rallador que se usa para hacer zanahoria rallada. A ver... escuchame. Las hojas rayadas se llaman así porque tienen rayas, como los animales de África que vimos el otro día en la tele, las cebras.

—Ah, sí, la maestra nos dijo que también lleváramos algunas.

—¿Algunas cebras? No lo puedo creer.

—Sí, mami, nos dijo que la semana que viene lleváramos unas hebras de hilos de distintos colores porque nos iba a enseñar a hacer no sé qué.

—Les dijo que llevaran unas hebras de hilo, no unas cebras de las que hay en África.

—No nos dijo donde las podíamos conseguir, solamente no dijo que las lleváramos.

—Está bien, Fede. Después hablamos de las hebras. Pero ahora te quiero explicar lo de las hojas rayadas.

—Pero vos empezaste a hablar de los animales con rayas.

—Sí, para explicarte cómo son las hojas rayadas. Las rayadas se llaman así...

—Porque tienen rayas, como los animales de África que vimos el otro día en la tele.

—Sí, Fede, así es.

—¿Los animales de África que vimos por la tele son animales rayados?

—Sí.

—Y eso quiere decir que les cayó encima un rayo, ¿no?

—No, Fede, no quiere decir eso.

—Pero, mami, si cuando a la comida le cae sal encima, la comida está salada, cuando a un animal de África le cae un rayo, quiere decir que el animal está rayado.

—Fede, las cebras tienen rayas porque nacieron así, no porque les haya caído un rayo. Pero te quiero explicar lo de las hojas.

—Está bien, explicame.

—Mirá, las hojas rayadas tienen rayas. Y esas rayas se escriben con “y”. En cambio, rallar zanahorias o lo que vos estabas haciendo hace un momento con el rallador se escribe con otra letra.

—La maestra no nos dijo nada de que escribiéramos con otra letra. A todos nos dijo que la letra que tenemos está bien.

—Fede, no estoy hablando de esa letra.

—¿Entonces, de qué letra hablás? Una vez la maestra nos dijo que a fin de año íbamos a aprender la letra de una canción para cantarla en la fiesta de fin de curso. ¿Vos estás hablando de eso?

—No. No te estoy hablando de la letra de una canción. Te estoy hablando de las letras del abecedario.

—¿Qué pájaro es ese?

—¿Cuál?

—Mami, el que acabas de nombrar. El ave sedario.

—No, Fede, qué pájaro ni qué pájaro. Te hablo del abecedario, del conjunto de letras que tiene nuestra lengua.

Federico abre muy grande la boca y saca la lengua, mientras trata de mirársela.

—O en a engua o engo etras.

—¿Qué estás diciendo? No te entiendo nada.

—Digo que yo en la lengua no tengo letras. Mirá.

—No estoy hablando de tu lengua, Fede.

—Mami, vos hablaste de las letras que tiene nuestra lengua. A ver, mostrame la tuya.

—Yo tampoco tengo letras en la lengua.

—Mejor, porque si las tuvieras tal vez ya estarían todas mordidas.

—Fede, escuchame, yo estaba por ir al almacén a comprar un poco de pan rallado para ponerles a las milanesas. Te propongo que de paso vayamos a comprar hojas rayadas así mañana las podés llevar a la escuela.

—Está bien, mami. Pero decime una cosa: ¿el pan rallado es un pan con rayas que viene de África?



FIN

En: Son muchas preguntas y todas juntas,
Adela Basch, Edelvives,2009.


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