lunes, 6 de julio de 2020

La vaca estudiosa de María Elena Walsh



Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.

Como era muy vieja, muy vieja,
estaba sorda de una oreja.

Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.

Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.

La vio la maestra asustada
y dijo: —Estás equivocada.

Y la vaca le respondió:
—¿Por qué no puedo estudiar yo?

La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco.

Los chicos tirábamos tiza
y nos moríamos de risa.

La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.

La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.

Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.

La vaca, de pie en un rincón,
rumiaba sola la lección.

Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.

Y en ese lugar de Humahuaca
la única sabia fue la vaca.






El vendedor de sueños


Vendo sueños con gusto a caramelo,
países raros, lentas maravillas,
ángeles que dan cine por el cielo,
y relámpagos para pesadillas.

Sueños como trapitos de colores,
imágenes y muchas otras cosas.
Algunos tienen pájaros y flores.
Otros, infierno y brujas espantosas.

Sueños y sueños para todo gusto:
cajas de azufre, paquetitos rojos.
Lágrimas o canción, amor o susto
para los niños que cierran los ojos.

Llevo en mi cesta el mágico tesoro.
¡A ver quién me lo compra, quién me llama!
Dejen afuera su moneda de oro,
y mírenme pasar desde la cama.

María Elena Walsh



La bruja


La bruja, la bruja
se quedó encerrada
en una burbuja.

La bruja, la boba,
con escoba y todo
con todo y escoba.

Está prisionera,
chillando y pateando
de mala manera.

Tiene un solo diente,
orejas de burro
y un rulo en la frente.

Que llore, que gruña,
que pique su cárcel
con diente y con uña.

El loro la chista,
se ríe y la espía
con un largavista.

A su centinela,
lechuza mirona,
le da la viruela.

Que salte, que ruede,
que busque la puerta,
que salga si puede.

¡Se quedó la bruja
presa para siempre
en una burbuja!



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