Lo más difícil fue
aprender a hablar con los monos, con los piojos y con los pájaros.
Bichos inquietos, movedizos, saltarines. Y además les interesa muy poco
hablar con la gente. En realidad, desconfían de la gente. Creo que
tienen razón.
Todo comenzó hace mucho tiempo, cuando se enteraron de que los hombres habían inventado una jaula para tener pájaros prisioneros.
Me llevó mucho tiempo convencerlos de que yo no tenía una jaula, y de que lo único que quería era conversar, ahí, en el monte, al lado del río Bermejo, justo donde comienza el Impenetrable chaqueño.
Después me fui. Tenía que aprender a leer y a escribir para contar todas las historias que me contaron el sapo, el piojo, la pulga, el picaflor, el yacaré, el halcón, y mil animales más.
Y fui a la escuela y fui a la universidad, para leer muchos libros, tratando de aprender a contar historias. Y escribí cuentos y poemas, para grandes y para chicos.
Algunos de los libros que escribí son: Historias del piojo, Dragón, El camino de la hormiga, Los sueños del yacaré y El vuelo del sapo…
Todo comenzó hace mucho tiempo, cuando se enteraron de que los hombres habían inventado una jaula para tener pájaros prisioneros.
Me llevó mucho tiempo convencerlos de que yo no tenía una jaula, y de que lo único que quería era conversar, ahí, en el monte, al lado del río Bermejo, justo donde comienza el Impenetrable chaqueño.
Después me fui. Tenía que aprender a leer y a escribir para contar todas las historias que me contaron el sapo, el piojo, la pulga, el picaflor, el yacaré, el halcón, y mil animales más.
Y fui a la escuela y fui a la universidad, para leer muchos libros, tratando de aprender a contar historias. Y escribí cuentos y poemas, para grandes y para chicos.
Algunos de los libros que escribí son: Historias del piojo, Dragón, El camino de la hormiga, Los sueños del yacaré y El vuelo del sapo…
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